miércoles, 20 de agosto de 2008

El retrato de Carlos V

Una de las cosas más interesantes que se pueden hacer en la actual exposición del Prado, El Retrato del Renacimiento, es comparar obras. Por ejemplo estos dos retratos.

Jacob Seisenegger (1505-1567) fue un pintor austriaco al servicio de Carlos V. Del emperador hizo varios retratos de cuerpo entero que al gusto de Carlos V eran troppo vero. Así que, éste, tomando como modelo el Carlos V con perro, de 1532, encargó una copia a Tiziano (1485-1576). El pintor veneciano con algunos retoques, 1533, lo presentó en la corte y Carlos V, quien, encantado, lo convirtió en su pintor de corte y amigo.



















Tiziano simplificó el cuadro, elimiando el detallismo realista, dulcificó los rasgos del retratado, lo estilizó y le dio ese aire elegante y mayestático que habrían de convertirse en rasgos del retrato de los habsburgo y en general del modelo de retrato cortesano en los siglos posteriores.

Si comparamos los dos retratos (pinchar en las imágenes) vemos la estilización de la figura, por parte de Tiziano, la pelliza más grande en detrimento del jubón, los párpados ligeramente más elevados, los labios más firmes, la nariz más clásica, la barba mejor recortada y, en general el gesto facial aparece con mayor determinación. La figura del emperador se muestra más cercana al simplificar los elementos que la rodean y bajar algo la línea del horizonte. Tiziano aplica la misma idealización al perro, del que han desaparecido las garras y la tensión muscular.

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