sábado, 7 de junio de 2008

Las colonias industriales

En la se­gunda mitad del siglo XIX se levantaron 72 colonias indus­triales en torno a los grandes ríos de Cataluña, en especial el Ter y el Llobregat y de sus respectivos afluentes -Calders, Anoia, Fresser y Brugent. Constituyen el elemento más característico de su indus­trialización.

La colonia industrial se de­sarrolló en muchas zonas de Eu­ropa occidental desde media­dos del siglo XIX. Pero en Cata­luña destacan por su elevado número. Lo que buscaban estas ubicaciones junto a un río era aprovechar la energía hidráuli­ca necesaria para mover los tela­res en unos terrenos baratos.

Aunque diferentes, las colo­nias comparten un mismo es­quema urbanístico: un espacio productivo, donde están la fá­brica y las infraestructuras ne­cesarias para mover los telares; y otro doméstico, donde los tra­bajadores viven y cuentan con todos los servicios, como escue­la, café, teatro, economato, dis­pensario médico y, en algunas, cuartelillo de la Guardia Civil. Y en el punto más alto, la torre de amo, donde el propietario residía durante sus visitas se­manales o en verano.

La fórmula proporcionaba una excelente rentabilidad al dueño, ya que el absentismo era casi nulo y los gastos coti­dianos de los trabajadores, en la cantina, la barbería, el estan­co o el alquiler del piso rever­tían en la propiedad. Y si sobra­ba algo del sueldo se ingresaba en la sucursal bancaria de la co­lonia, por lo que se formaba un perfecto círculo autárquico. Por su parte, los colonos obte­nían un sueldo a fin de mes y acceso a una vivienda digna y barata (en 1900 el alquiler de una vivienda en las colonias os­cilaba entre 4 y 8 pesetas men­suales y el sueldo entre 15 y 30 semanales).

Según algunos historiado­res, las colonias surgieron con la intención de evitar los con­flictos laborales de las ciuda­des. Sin embargo, no siempre fueron espacios libres de tensio­nes y huelgas. Sobretodo a finales del siglo XIX, cuando las du­ras jornadas de más de 12 horas, los bajos sueldos y los accidentes laborales llevaron a pa­rar la producción durante me­ses. Estos conflictos termina­ron con expulsiones y el co­mienzo de un nuevo modelo de control: el paternalismo. Una especie de pacto no escrito en­tre el amo y sus colonos en el que una parte proporcionaba un puesto de trabajo, vivienda y servicios a cambio de trabajo y obediencia. El amo se preocu­paba del bienestar de sus traba­jadores personalmente o con ayuda del capellán (un asalaria­do más) que de forma cotidia­na o desde el altar exaltaba el papel protector del amo. No es de extrañar que en todas las co­lonias hubiera una iglesia, un capellán e incluso una comuni­dad de monjas que se ocupa­ban de la guardería y de la edu­cación de las niñas.

Información tomada de Del telar al loft. JOSÉ ÁNGEL MONTAÑÉS
El País, 6 de junio de 2008

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

un texto muy bien estructurado con buena sintaxis, con una coherencia concordancia y adecuación correctas i muy bien explicado. me encata nos ha sido muy útil para augmentar nuestra capacidad intelectual y augmentar la nota de nuestro trabajo de historia, muchas gracias!

Claudia dijo...

Gracias a tu entrada y a San Google, me has salvado la vida. Es un texto muy completo y contiene justo la información que necesitaba para completar mi trabajo de historia.
Un saludo.

Marina dijo...

Muchas gracias por la entrada. Gracias a ella he encontrado la información que me faltaba para completar la vida de mi personaje inventado del trabajo de Sociales; trabajará en una colonia industrial.