Yo sé que en estos momentos mi voz llegará a vuestros hogares entrecortada y confundida por el murmullo de vuestros sollozos y de vuestras plegarias. Es natural: es el llanto de España, que siente como nunca la angustia infinita de su orfandad; es la hora del dolor y de la tristeza, pero no es la hora del abatimiento ni de la desesperanza.Sin embargo, para quién viviera aquellos momentos no resulta creíble que este hombre melifluo estuviese dispuesto a ir a la guerra con Portugal, según aseguraba El País. Este hombre habr
+ía dicho en privado a Estados Unidos en 1975 que así lo haría si empezaba a extenderse el comunismo como consecuencia de la revolución de los claveles portuguesa. Ese sensacionalismo histórico ha quedado desacreditado por la carta que el historiador Charles Powell ha enviado al periódico.
El 3 de noviembre publicaron un artículo titulado Arias quería ir a la guerra con Portugal. Según el autor, ésta fue la conclusión que Robert Ingersoll, el vicesecretario de Estado norteamericano, trasladó a su superior, Henry Kissinger, tras reunirse el 18 de marzo de 1975 con el entonces presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, en Jerusalén. En realidad, la cita tuvo lugar en Madrid, y el interlocutor de Arias no fue Ingersoll, sino Wells Stabler, que le visitaba por primera vez como embajador de Estados Unidos en España. Ciertamente, Arias se mostró preocupado por la situación en Portugal, pero en ningún momento habló de "ir a la guerra" con el país vecino. Según el autor, Arias "reiteró su preocupación" ante varios senadores norteamericanos el 7 de abril, cuando en realidad les dijo que "la situación portuguesa no ha influido ni influirá en los problemas españoles porque las circunstancias de ambos países son muy distintas".
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